lunes, 21 de diciembre de 2009

DÉJAME SER NIÑO por José Marcelo Ruíz



                                                                   
                                                                      “Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado,
                                                                       que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella,

                                                                        y que jamás ha querido a nadie.

                                                                        En toda su vida más que ha hecho sumas.

                                                                        Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú:

                                                                       ¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!

                                                                       Al parecer esto le llena de orgullo.

                                                                        Pero eso no es un hombre. ¡Es un hongo/.”

                                                                                           “El Principito”

                                                                                  Antoine de Saint- Exupéry




Déjame ser ese niño



Déjame ser ese niño,

ese niño que escribe letras torcidas sobre reglones rectos.

Déjame ser ese hombre,

ese hombre que saca palabras húmedas de lo hondo del pozo.



Dejad que las estrellas sonrían en la fuente clara,

ésa, en donde los niños y niñas juegan torpemente a la vida.



Mira la luna, como me mira,

mira tan desconfiada al nuevo día.



Oigo el eco de esa voz de niño

que se rompe contra los riscos.

Viene creciendo el eco con el viejo viento.



Mira mis ojos,

mira como buscan la belleza de la flor

que se ha ido mirando al cielo.



Está ese mismo perfume,

ése que de niño me dejaba entre sueños.



¡Déjame estar con ese niño que siente pesadillas,

La pesadilla de ser hombre. ¡



Mira mis pies,

mira como se ahondan en la tierra,

Mira mis manos,

mira como crecen hacía el sol.



¡Déjame ser ese niño,

ese niño que juega con el agua!



Déjame ser

ese hombre, que no deja ser un niño,

un niño que habla con la mar,

josé marcelo

22/11/09

                                                     .............................................................

                                                                                                El Pricipito estaba sorprendido.
                                                                                                Aquel planeta era tan pequeño
                                                                                                que no se explicaba sobre quien
                                                                                                 podría reinar aquel rey.



                                                                                                            “El Principito”

                                                                                                    Antoine de Saint- Exupéry




I



Era un rey que vivía en un hueso de aceituna. Su sueño era reinar. Reinar sobre todo el olivar. Todos los árboles- olivas- eran sus súbditos.

Llegó la estación de la lluvia le habló al rey que vivía en hueso de aceituna de matrimonio. Éste se negó, con el pretexto de que la humedad no le caía bien.

La princesa del viento le visitó, le propuso también matrimonio. El rey no la aceptó. El enfado de ella fue tan grande, que furiosa lo elevó por los cielos con tanta fuerza que cayó sobre las rocas. Fue tanto el dolor como el abandono que sufría en la cumbre de la montaña.

Llegó la señora águila real, volvió a proponerle matrimonio. Y el rey que vivía en un hueso de aceituna volvió a rechazar el compromiso. Enfadada lo cogió con su pico lo arrojó desde lo más alto del cielo, cayó en un turbulento río.

La humedad le calaba los huesos, e iba flotando hasta que una gaviota, que fue a beber agua cogió con su pico la aceituna donde reinaba el rey y se lo tragó.



En otro reino un rey que vivía en un grano de trigo. Su sueño era tener heredero. Pasaban las estaciones. Le temía a la soledad de los campos, porque su futuro lo veía incierto. Le apenaba pensar: en verse un día volar en el buche de una paloma.

Su reino era pequeño pero importante, tan importante como su propósito de morirse cubierto de tierra.

La princesa del viento le visitó, le propuso matrimonio. El rey que vivía en un grano de trigo aceptó la propuesta. Ella fue benevolente, le ofreció una suave brisa sobre su rostro. Empujo las nubes sobre el erial del campo. Entre las nubes apareció la dama de la lluvia, le dijo: la princesa del viento se ha marchado. ¿Quieres que yo sea tu reina? Él pensó en su soledad, volvió aceptar su proposición. La lluvia cayó suave sobre el campo durante toda la estación, dejó la tierra húmeda. Y se marchó.

Bajó de las cumbres de las montañas la señora águila muy sedienta a beber el agua de las charcas. Viendo flotar al rey que vivía en un grano de trigo, le dijo: he visto a la dama de la lluvia marchase sobre la cumbre de la montaña.

¿Pídeme tu deseo?. Sólo quiero morirme bajo la tierra. La señora águila lo cogió con el picó lo enterró. En la primavera nació un verde trigal.



No importa lo pequeño que sea tu reino. Si en tú reino son todas las personas bienvenidas. .



23/11/2009





                                                                                                          No era sólo un monarca absoluto,

                                                                                                          era además, un monarca universal.

                                                                                                                          "El pricipito"

                                                                                                                Antoine de Saint- Exupéry



II



De niño, miraba las estrellas, las veía muy pequeñas, tan pequeñas que todas cabían en mi casa. La luna redonda como un queso, la meto en la cesta, me la llevo. ¡Pero, no puede ser! Dicen que hay un rey que gobierna las estrellas, yo pienso, que lo hará por aburrimiento, porque se pone a jugar con ellas todas las noches, las llama a cada una por su nombre y las cuenta.

Parece que una noche, se les perdieron casi todas las estrellas, era que jugaban al escondite, Creo que las nubes que traen la lluvia, son muy amigas de las estrellas y de la luna, por eso, las nubes las tapas. El rey las busca, aparta la nube, cuando deja de llover. Le dice: ¡ eh, que os he encontrado!

Este rey tan juguetón y divertido se llama Rey Universal.



Cuentan que una noche, el Rey Universal, que nunca duerme, quiso conocer al Señor del Sueño. Le visitó, le dijo a Morfeo, que así se llama, el que cuida de nuestros sueños,:- Quiero dormir una noche y soñar. Morfeo le dio de beber las adormideras. El rey Universal comenzó a soñar. En su sueño apareció celoso el Sol, le habló: -dime, Rey Universal, porque no juegas conmigo. Yo doy luz a los árboles, a las plantas…

El Rey Universal le contestó: - Necio tú, que no me reconoces. Porque esa luz con la que brillas, viene de mí. Cuando la nube te tapa también, es porque te la pongo delante. Es mi juego..

El Sol complacido alumbró aún más el sueño. Al despertarse, se sentía rey alumbrando el día.



De este modo, me contó un marinero este cuento, mientras miraba las estrellas. Me dijo:- cada persona nace con una estrella. Pensé en la abuela y los consejos que me daba cuando me contaba un cuento.



La abuela me diría, con sus ojos cansados: .-¡ Ojala, las estrellas nunca crecieran!

Y, yo que no la entiendo. Pienso que la abuela ha perdido la razón.



Porque como niño, lo que quiero es coger algunas estrellas y a la luna, meterla en una cesta. Pero El Rey Universal no me deja.




Porque nosotros los niños y las niñas, lo queremos todo, hasta que cuiden de nuestro sueño, que nos quieran…, somos sanos egoístas que pensamos que el cielo es para nosotros.

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